Lejos de ser obvios los problemas a
atacar por el Laboratorio de Higiene, las enfermedades no
contagiosas con frecuencia despertaba considerables sensibilidades
políticas. Pelagra, un flagelo de los sureños pobres, fue un ejemplo
temprano. En 1914, cuando el Dr. Joseph Goldberger condujo un
estudio epidemiológico que reveló que la pelagra es una enfermedad
por deficiencia nutricional, reconoció que ocurría grandemente en
aparceros quienes crecieron en las plantaciones algodoneras, en sus
peldaños y estaban sin vegetales frescos, leche ni carne. Su
conclusión de que era necesaria una reforma económica para prevenir
la pelagra, enojó a políticos quienes estaban interesados en
mantener el status quo. Goldberger murió antes de identificar la
vitamina deficiente (niacina), pero determinó que la levadura de
cerveza fue una cura costo-efectiva, abundante de la pelagra.