En 1877 una epidemia de fiebre
amarilla devastadora golpeó al valle del Mississipi. El año
siguiente, el
Congreso creó una Oficina Nacional de Salud integrada por
científicos no federales quienes se reunieron para considerar
propuestas para estudiar esa enfermedad y otras y premiar con becas
a las mejores aplicaciones. Estas fueron las primeras becas
otorgadas para investigación médica en los Estados Unidos. La
Oficina Nacional de Salud también ejerció la autoridad de
cuarentena. Esto llegó bajo seria oposición de estados quienes no
querían intervención federal en cuarentena y también sólo
discordaron con el Hospital de Servicio Marítimo sobre quien debería
caer el esfuerzo federal para responder a los brotes de enfermedad.
En 1873, el Congreso decidió no continuar apoyando a la Oficina, y
su trabajo terminó, aunque continuó existiendo en el papel por otros
10 años.