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En las
primeras décadas del siglo XX, la física se revolucionó con la evolución de
la comprensión de la naturaleza de los átomos. En 1898, el físico francés
Pierre Currie y su esposa María Sklodowska Curie, de Polonia, había
descubierto la presente en la pechblenda, un mineral de
uranio,
una sustancia que emite grandes cantidades de radiactividad, al que llamaron
radio. Esto aumentó las esperanzas de los científicos y los laicos que los
elementos que nos rodean podrían contener enormes cantidades de energía
invisible, a la espera de ser explotados.
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